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Supongamos que tuviéramos una cámara ultramoderna, y el video de 1 minuto de una persona nos permitiera conocer cómo piensa, cuál es su estado de salud o cuantos años va a vivir. Por más que esta cámara parezca imposible, la ciencia moderna permite que en animales, varias de estas cosas puedan realizarse. Cómo se hace o qué tan profundo en el detalle podemos llegar?

Para comenzar, vamos a ponernos en contexto. Imaginemos que estamos en un laboratorio, y nuestro personaje a fotografiar es un pez. Un simple y diminuto pez, de color gris con algunas rayas. Elijamos a uno que se llama pez cebra…este es bastante indicado, porque es lo suficientemente translúcido como para ver en su interior.

Como no podemos preguntarle qué es lo que piensa, ni cómo se siente de salud, deberemos recurrir a algunas herramientas más creativas. Vamos a usar dos herramientas: La primera, es una técnica que nos permite hacer brillar al animal cuando le pasa algo, al igual que las luciérnagas o algunas medusas de mar luminiscentes. La segunda técnica es un poco más artesanal y más obvia, y se trata de observar y aprender del comportamiento, de cómo se mueve y qué cosas hace regularmente en cada situación.

Pero volviendo a la primera, y aunque mucho de biología no sabemos, hemos leido por algun lado que los genes son esas cosas que hacen que las células del cuerpo trabajen. Allí está el truco: en todos los organismos hay un grupos de genes y neuronas que se encienden cuando tenemos miedo, otro cuando tenemos hambre, u otro cuando estamos felices. Si insertamos nuestro indicador de luminiscencia con los genes o en las neuronas adecuadas, podremos leer fácilmente que estado de ánimo o salud posee nuestro sujeto de estudio.

Utilizando estos métodos, en los últimos 15 años el pez cebra ha servido para conocer cómo se forma el cerebro, que neuronas se encienden frente al miedo, audición, aprendizaje y apareamiento. Cómo se desarrollan los órganos, las defensas inmunes y la respuesta al cáncer.

Tan importante han sido estos avances, que a los desarrolladores de los métodos de bioluminiscencia Osamu Shimomura, Martin Chalfie and Roger Tsien les han dado el premio nobel en el año 2008.
 
En la actualidad, las aplicaciones de las técnicas de bioluminiscencia se han expandido hasta llegar a utilizarse en un sin número de organismos y aplicaciones. Ratones, conejos y monos completos han sido modificados geneticamente para ser biofluorescentes. En el caso de humanos, se  utiliza rutinariamente bioluminiscencia en cultivos de células, neuronas y tejidos. En conjunto, todas estas técnicas son las que de a poco nos permiten comenzar a comprender la función y comportamiento de los genes, de algunos de los 20.000 genes que marcan el curso de nuestra vida…